Pensamiento Global, Héctor Casanueva
Artículos, entrevistas y monografías del autor y de otros autores, publicados en diferentes diarios y revistas, sobre política, economía, relaciones internacionales, integración europea, integración latinoamericana, relaciones UE-ALC.
lunes, agosto 31, 2015
IMPRESIÓN 3D y 4D,
¿HACIA UNA NUEVA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL?
Héctor Casanueva
Una herramienta –llave de cubo- fue “enviada por email" a la
Estación Espacial de la NASA, la que mediante una impresora 3D desarrollada
especialmente para trabajar en condiciones de gravedad cero, los astronautas
procedieron a fabricarla a partir del modelo creado al efecto por un simple
sistema de diseño asistido por computador (CAD).
La impresora y los
diseños de diferentes artículos que ya se han fabricado por este medio en el
espacio, son responsabilidad de la compañía Made in Space, Inc., una empresa de
emprendedores top creada en 2010 a partir de un proyecto de Singularity
University de Silicon Valley, con el fin de resolver uno de los problemas de la
exploración y la futura colonización del espacio, cual es la necesidad de
disponer oportunamente de repuestos, herramientas específicas, prótesis y hasta
productos alimenticios fabricados in situ. Todo ello ya lo permite la impresión
3D, pero faltaba que fuera probada en el espacio y al parecer todo ha salido
bien.
Actualmente se avanza hacia la impresión 4D, sobre la base de la 3D, en
varios laboratorios y centros de investigación -en el MIT, por ejemplo-, que
permite que el material de los objetos creados en 3D esté “programado” para
expandirse y adoptar determinadas formas y volúmenes. Su campo de aplicación
puede ser ilimitado, en la medicina, la construcción, los textiles, la joyería
y la moda, entre otras, para la fabricación de partes del cuerpo humano,
prótesis, joyas, ropa, zapatos, repuestos automotrices, y mucho más.
Lo informado por la NASA es sin duda un hecho emblemático, pero no debe ser
visto solamente como un tema relacionado con la conquista del espacio. Estamos
asistiendo, casi sin darnos ni cuenta, a una nueva revolución industrial. La
primera, significó el paso de un sistema basado en la producción manual y el
transporte animal, a la producción rápida basada en la máquina, la
mecanización, la localización en las industrias y el transporte mecánico.
Ahora, a partir de la nueva economía y la sociedad del conocimiento, entramos
en una segunda revolución industrial, con características muy diferentes,
focalizada en las personas y las cosas, y localizada en el mediano plazo no
solo en las industrias y empresas, sino en los hogares.
A partir del hecho ocurrido en la estación espacial de la NASA, cabe
reflexionar acerca del impacto que la impresión 3D y 4D tendrá en la producción
y toda la economía mundial, a nivel local y global, cuando dentro de poco
tiempo –menos de dos décadas- estas impresoras estén disponibles en los
hogares. Actualmente se puede adquirir una impresora 3D básica por unos
US$1.000, pero en menos de diez años su costo probablemente se reducirá a no
más de unos US$100, y por lo tanto estará al alcance de millones de personas.
No es menor, ya que para el 2030, según el think tank “The Millennium Project”,
se agregarían a la población mundial 3.000 millones de consumidores de clase
media, y el “Internet de las cosas” interconectará hacia 2020 unos 75.000 a
80.000 millones de aparatos, desde el control de la propia calefacción de los
hogares a través de los teléfonos móviles, a la administración del riego por
goteo y la fabricación robótica.
Las impresoras 3D y 4D presagian un mundo totalmente nuevo, una revolución
productiva con base en la fabricación personal de piezas de decoración, órganos
de reemplazo con materiales bio-sintéticos, vestuario, herramientas, alimentos,
objetos de uso doméstico y, desgraciadamente, también, a la fabricación de
armas. Asimismo, la Internet de las cosas impactará fuertemente al sector
servicios, entre otros.
He aquí algunos elementos que, a mi juicio, ante esta nueva revolución
industrial de fabricación y consumo personal masivo deberían ser considerados,
entre otros, en las proyecciones económicas a corto, mediano y largo plazo para
las políticas de fomento productivo, comercio internacional, innovación,
propiedad intelectual, así como para los sistemas tributarios, servicios
públicos y de seguridad.
1. El impacto en la industria textil, en términos de producción y empleo,
de los países que son actualmente grandes exportadores.
2. La repercusión en la industria del diseño y la moda.
3. El impacto en la industria automotriz y autopartes.
4. Impacto en la arquitectura, la construcción y la agricultura.
5. El surgimiento de una nueva demanda atomizada pero masiva, de materiales
básicos para la fabricación 3D y 4D.
6. El desarrollo de software ad-hoc y de CAD para cubrir la demanda de los
hogares.
7. La necesaria regulación y control en el caso de la fabricación de partes
del cuerpo y prótesis.
8. El nuevo desafío al sector servicios derivado de una autosuficiencia de
los hogares por la Internet de las cosas y del delivery por email.
9. La protección a los derechos de propiedad intelectual e industrial con
respecto a la invención, patentes, diseño y otros derivados, que sean
utilizados en los hogares mediante software ad-hoc trasmitido o bajado de
internet.
10. La definición de los tributos –IVA y otros- aplicables a la provisión
de programas y diseños para la fabricación doméstica de artículos.
11. Los códigos de seguridad por la amenaza del mal uso de la impresión 3D
y 4D para la fabricación de armas o producción de sustancias prohibidas.
12. El desafío en capacidad prospectiva y anticipatoria para el sistema
multilateral y los acuerdos internacionales de libre comercio, inversiones,
propiedad industrial, especialmente en la Organización Mundial del Comercio y
en la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual.
COSTOS DEL COMERCIO INTERNACIONAL FRENAN EL CRECIMIENTO
Héctor Casanueva
La Organización Mundial de Comercio (OMC) está empeñada en reducir
sustancialmente los altos costos de las transacciones comerciales
internacionales, que frenan globalmente la competitividad, el crecimiento y la
creación de empleos. Principalmente afectan a los países en desarrollo y los
menos adelantados, en especial a las pymes. Se trata de variados costos que no
tienen que ver con aranceles, sino con lo que el Director General de la OMC
llama “soft infrastructure”, es decir, barreras administrativas, trámites
innecesarios o duplicados, procedimientos lentos e ineficientes en las
fronteras, certificaciones inadecuadas, además de normativas que no favorecen
un ambiente pro-exportador. Para la OMC, reducir la pobreza, y alinearse con la
Agenda global Post 2015 de desarrollo inclusivo y sostenible, exige hacer más
para reducir los costos del comercio internacional.
Hay datos elocuentes de la OCDE, el World Economic Forum, la Unctad y la
propia OMC, sobre el impacto que tendría en el comercio global y en los empleos
la reducción significativa de estos costos.
La reducción de barreras al comercio a un nivel equivalente a la media de
las buenas prácticas aplicables globalmente, representaría un incremento en los
ingresos globales hasta de US$40 mil millones, reduciría casi en 15% los costos
para los países de bajo ingreso y 10% para los países de altos ingresos. Un día
menos de demora y manejo logístico en una frontera terrestre, puede representar
1% de incremento del comercio. Según la Unctad, en una transacción aduanera
media intervienen entre 20 y 30 partes diferentes, 40 documentos, 200 elementos
de datos (30 de los cuales se repiten 30 veces como mínimo) y la necesidad de
volver a escribir, por lo menos una vez más, entre el 60 y el 70% de todos los
datos.
Hay tráfico fronterizo en determinadas regiones del mundo en que el paso de
un país a otro puede significar de siete a 15 días, y los trámites para
exportar pueden tomar de 40 a 60 días. Es una de las razones, de que en África
sólo 5% de los alimentos básicos provienen del comercio entre sus países. En
América latina, el comercio intrarregional no supera el 20%, en parte por la
falta de conectividad o malas prácticas administrativas.
A esto se suman, por cierto, los problemas de la “hard infrastructure”,
como carreteras, puertos, corredores regionales y otros. El Banco Mundial, el
BID, el Banco Asiático o el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura
(en creación), apuntan a mejorar la conectividad física que está limitando el
flujo comercial internacional y regional.
Por su parte la OMC, en el marco de sus competencias y capacidades,
contribuye desde las negociaciones comerciales, la vigilancia de la correcta
aplicación de las reglas acordadas, la solución de diferencias y la creación de
capacidades comerciales, a dinamizar y ampliar los flujos internacionales. Y en
concreto en cuanto a la “soft infraestructure”, uno de los más relevantes
avances recientes de la OMC es el Acuerdo de Facilitación de Comercio (AFC), en
fase de ratificación por sus 161 miembros, que apunta al corazón del problema,
y representará un incremento de hasta un trillón de dólares en la economía
mundial y la creación de unos 18 millones de nuevos empleos. El impulso
complementario a este acuerdo, proviene de su programa “AID FOR TRADE”, que
cumple en estos días su quinto ejercicio de revisión, y que es apoyado también
por el Grupo Banco Mundial, que cuenta con un fondo especial de donantes, para
proyectos de asistencia técnica y creación de capacidades en facilitación de
comercio para los países en desarrollo y menos adelantados.
Etiquetas: Acuerdos de Bali, Comercio Internacional, crisis financiera internacional, Gobernanza mundial, OMC, RELACIONES INTERNACIONALES, Ronda de Doha, UNCTAD, WEF
COMERCIO INTERNACIONAL, COMPETITIVIDAD Y DESARROLLO
Héctor Casanueva
De acuerdo con un informe de la OMC, el comercio internacional crecerá menos de lo previsto inicialmente,
bajando sus proyecciones 2015 desde 5,3% al 4,0%, lejos del promedio de los últimos veinte años, que fue del 5,2%. Es una mala
noticia, dada la relación entre comercio, crecimiento y desarrollo, que se
retroalimentan en un círculo virtuoso. De hecho, la causa de esta desaceleración estaría
en el menor crecimiento del PIB en China, la Unión Europea y en América latina, que repercute en una menor tasa de importaciones. Recordemos, por
ejemplo, que la UE es el primer importador mundial de alimentos, y que China ha
liderado durante los últimos diez años el crecimiento del PIB a nivel mundial.
Si aplicamos un escáner a la economía mundial, y en especial al comercio
internacional, podemos encontrar causas endógenas y exógenas que ayudan a
entender las razones de estas caídas, y por ende, apuntar a esos factores para
revertir la situación, que puede transformarse en tendencia. A este respecto, podemos
anotar tres de estas causas: en primer lugar, las tensiones geopolíticas,
ambientales, sanitarias y los conflictos regionales afectan negativamente el
crecimiento y el comercio internacional. En segundo lugar, el fenómeno de
crecimiento sin empleo que caracteriza a algunas economías desarrolladas y en
vías de desarrollo, o la precarización del mismo, que trae como consecuencia
una menor participación de los salarios en el producto, y por lo tanto una
menor incidencia en la demanda. Y en tercer lugar, los problemas de
competitividad sistémica que afectan a los flujos comerciales, debido a mala
infraestructura, normativas y procedimientos administrativos obsoletos, aduanas
colapsadas, conectividad escasa o inexistente.
Según la Unctad, en una transacción aduanera media intervienen entre 20 y
30 partes diferentes, 40 documentos, 200 elementos de datos (30 de los cuales
se repiten 30 veces como mínimo) y la necesidad de volver a escribir, por lo
menos una vez más, entre el 60 y el 70% de todos los datos.
En materia de logística, o sea, la performance en transporte de carga,
infraestructura, cadenas de suministro, procedimientos administrativos en
frontera, sistemas de pago, entre otros factores, según el Informe del Banco
Mundial “Connecting to Compite”, con los datos del “Logistic Performance Index
2014”, el top ten entre 160 países lo encabeza Alemania y lo ocupan otros seis
países europeos, más Estados Unidos, Singapur y Japón, mientras que los
latinoamericanos recién ocupan desde el lugar 42 con Chile, seguido de Panamá y
México, llegando hasta el lugar 121 en el caso de Bolivia. La mayor parte de
los últimos lugares de la tabla corresponde a países de menor desarrollo de
África y algunos del Asia.
Sobre esto, conviene llamar la atención a lo siguiente, pues tiene directa
relación con medidas en este sentido, que permitirían recuperar el crecimiento
de las exportaciones e importaciones, en especial de los países en desarrollo:
la Conferencia de Ministros de la OMC logró aprobar en diciembre de 2013, luego
de un largo período de estancamiento de la Ronda Doha de negociaciones
comerciales, un paquete de medidas de facilitación del comercio, conocido como
el “Paquete de Bali”, destinado a dinamizar el intercambio mundial de
productos, que según las estimaciones de la OCDE puede inyectar al crecimiento
mundial más de 900 mil millones de dólares anuales y la creación de hasta 22
millones de empleos.
Pero su entrada en vigor está aún pendiente, ya que hasta la fecha no ha
sido posible para los países miembros lograr un consenso para aprobar el
protocolo que pondría en marcha el paquete de medidas.
Etiquetas: Acuerdos de Bali, Comercio Internacional, crisis financiera internacional, Globalización, Gobernanza mundial, multilateralismo, OMC
DESAFÍOS DEL COMERCIO INTERNACIONAL
Héctor Casanueva
Para el 2050 habrá dos mil millones de personas
más en el mundo, las clases medias representarán el 30% del total global, el 80
% de la población mundial vivirá en zonas urbanas, el mayor crecimiento
demográfico se producirá en los países emergentes y menos desarrollados, y la
red internet, que ya utiliza cerca del 40% de la humanidad, crecerá hasta
cubrir el planeta. Satisfacer la demanda de alimentos y servicios de nueve mil
millones de personas, con una estructura poblacional y socioeconómica como
esta, solo es posible mediante el libre, suficiente, seguro, eficiente y
equitativo flujo comercial internacional.
Estos requerimientos involucran al comercio de
bienes y de servicios asociados, que al mismo tiempo necesita de un entorno
macroeconómico estable, con sustentabilidad ambiental. Los datos aportados, por
sí solos constituyen un referente y un horizonte para las decisiones
estratégicas que deben ser abordadas hoy tanto a escala nacional como global,
para las cuales las instituciones públicas, el sector privado y el sistema
internacional económico, financiero y comercial necesitan estar preparados. Ello
implica, tanto para la propia institucionalidad como para los países miembros, mirar
prospectivamente, adecuar la arquitectura de acuerdos y procedimientos a un
escenario de multidependencia ineludible, y gestionar el presente a partir de
escenarios de futuros deseables y posibles.
La Organización Mundial del Comercio,
instituida por el Acuerdo de Marrakech de 1994 y establecida el 1 de enero de
1995, es la más joven institución del orden económico internacional (entre otras
como el Banco Mundial, el FMI, la UNCTAD). Representa el sistema multilateral
de comercio del que participan 160 países (la más reciente integración ha sido,
en junio, la de la República de Yemen), y constituye asimismo el foro
multilateral que resguarda el cumplimiento de las reglas del comercio
internacional y donde se deben resolver las diferencias entre sus miembros.
La OMC lleva adelante desde el 2001, con la
llamada Ronda de Doha, un complejo proceso de negociaciones que, en mi opinión,
apunta en esta dirección de futuro. Si bien los países miembros no han logrado
cerrar los 21 temas del Programa de Desarrollo de Doha, que tienen por fin ampliar
y profundizar la apertura comercial multilateral que históricamente comenzó en
1947 con el GATT, la OMC en sus dos décadas ha ido incorporando al acervo
común, con mayor o menor amplitud y profundidad, nuevos temas, como las
telecomunicaciones, las nuevas tecnologías de la información, los servicios
financieros y algunos temas de propiedad intelectual relacionados con el
comercio, en un proceso constante de negociaciones y acuerdos bilaterales y
plurilaterales entre sus miembros.
El aporte de la OMC de alcance global más
significativo a la mayor apertura del comercio, el primero adoptado por todos
los miembros desde su creación, es el acuerdo alcanzado a nivel ministerial en
Indonesia el 7 de diciembre de 2013, conocido también como “Paquete de Bali”, que
comprende un acuerdo sobre facilitación del comercio, temas del comercio agrícola
y temas de desarrollo, incluida la situación de los países menos adelantados, cuyo
objeto es dar mayor agilidad a las operaciones del comercio de bienes, eliminar
barreras burocráticas, simplificar procedimientos y normas, remover obstáculos,
y a la vez apoyar la incorporación de los países menos adelantados a las
cadenas de valor. Se estima que la plena vigencia del acuerdo, que tomará aún
un tiempo en ser implementado por todos los miembros, tiene un potencial de
expansión comercial de largo plazo que podría contribuir a aumentar el PIB
mundial en más de US$ 960 mil millones anuales. Bali no sustituye ni menos aún
interrumpe la negociación global más amplia de la Ronda de Doha; más bien
constituye una reafirmación de la posibilidad de alcanzar multilateralmente
metas aún más ambiciosas como las contenidas en el Programa de Doha para el
Desarrollo.
¿Qué tiene que ver todo esto con Ud. como
trabajador, profesional, empresario y consumidor?
Prácticamente todo: la
generación de empleos, el incremento de los salarios reales, la calidad de los
productos y servicios, la seguridad de los alimentos que consumimos, los
mejoramientos en los servicios, el transporte, incluso la internacionalización
de la educación y la circulación de profesionales, entre otros, dependen de la
existencia de normas claras y seguras que protejan los intereses de los
consumidores, estimulen las exportaciones e importaciones, eliminen
distorsiones o barreras y produzcan equidad y fair play en el comercio internacional. Según ha informado el
Director General de la OMC, solo en términos de empleo la vigencia del acuerdo
de facilitación de comercio, un mandato de la Ministerial de Bali, podría
generar hasta 2 millones de nuevos puestos de trabajo, la mayoría en los países
de menor desarrollo.
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