sábado, abril 17, 2010

EUROPA SE PROYECTA AL 2020-2030 ¿Y NOSOTROS?

EUROPA SE PROYECTA AL 2020-2030 ¿Y NOSOTROS?
Héctor Casanueva

El análisis prospectivo y la creación de escenarios de futuro han vuelto con fuerza a las mesas de trabajo de los líderes políticos en Europa, Estados Unidos y el Asia, como también en la OCDE, la UNESCO y otros organismos internacionales. Esta ciencia, o método (se discute si la prospectiva es propiamente una ciencia o un método), contribuye a reducir la incertidumbre y gestionar el futuro, y en tal sentido es una herramienta política esencial en nuestro tiempo. Es diferente de la planificación, aunque la integra, en cuanto no se trata de la creación de escenarios a partir de la proyección lineal de la realidad presente, sino de generar una “visión” anticipatoria (“foresight”) de una realidad posible situada en el largo plazo. Contribuyen fuertemente a ello organizaciones internacionales no gubernamentales como The Millennium Project; la World Future Society o The Challenge Forum.

Pues bien, en diciembre de 2007 el Consejo Europeo, máximo órgano de gobierno de la UE integrado por los jefes de estado y de gobierno de los 27 países, estableció un grupo de reflexión sobre el horizonte europeo 2020-2030, presidido por Felipe González e integrado por altas personalidades de la Unión. Fijó como parámetros el fortalecimiento y la modernización del modelo europeo económico y de responsabilidad social, la mejora de la competitividad de la UE, el Estado de derecho, el desarrollo sostenible, la estabilidad mundial, las migraciones, la energía y la protección del clima, así como la lucha contra la inseguridad mundial, la delincuencia internacional y el terrorismo, prestando particular atención a los modos de entrar mejor en contacto con los ciudadanos y responder a sus expectativas y necesidades. El grupo deberá presentar sus conclusiones en junio de este año. Por su parte, la Comisión Europea, el órgano ejecutivo de la Unión, presentó a consideración del Consejo un documento estableciendo metas específicas al 2020 (“Europa 2020, una estrategia para un crecimiento inteligente, sostenible e inclusivo”) que deberían ser abordadas para la competitividad, el empleo y el medio ambiente. El Consejo en su reciente reunión de finales de marzo analizó esta propuesta y fijó el calendario para su aprobación, previa consulta abierta a los ciudadanos. Cabe señalar que también los líderes europeos acordaron celebrar un Consejo Europeo en septiembre próximo, con sus ministros de RR.EE., para examinar la manera en que la UE se conectará con sus socios estratégicos para coordinarse en los temas globales. De nuestra región, dos países, Brasil y México, tienen el estatus de socios estratégicos de la UE.

Esta estrategia europea reviste un claro interés para América Latina, pues la UE es el principal inversionista, socio comercial y cooperante de nuestra región, de manera que nuestros centros académicos y los departamentos de estudio de empresas, entidades financieras y del estado deberían estar atentos a las conclusiones del grupo 2020-2030 y las decisiones que se adopten en ese marco. Asimismo, esta forma de gestión del futuro es sin duda un valioso referente sobre como es posible avanzar en objetivos comunes de desarrollo en el marco de un proceso de integración, toda vez que lo que marca nuestra Era es la necesidad de una progresiva convergencia en el largo plazo de las regiones y países hacia un escenario global interdependiente que debería construirse entre todos.

¿Y nosotros, en América latina? Cabe decir a este respecto que la prospectiva y los estudios de futuro han estado presentes en universidades de algunos países, y en ciertas redes académicas regionales, lideradas principalmente por especialistas colombianos y argentinos, y en algunos encuentros y documentos patrocinados por la CEPAL. La propia UE apoyó en el 2000 el estudio “América latina 2020”, liderado por la asociación española AIETI, junto a ONGs italianas y latinoamericanas. Asimismo, la Red Latinoamericana de Prospectiva puso en marcha reuniones y seminarios en varios países, y patrocinó una publicación llamada también “América latina 2020”. La Secretaría del Convenio Andrés Bello por su parte patrocinó un estudio y publicación sobre prospectiva tecnológica en América latina. Hay asimismo iniciativas como “Perú 2020” del Consorcio de Universidades del Perú, o la propuesta “México 2030” de la presidencia de México. Argentina, en época de Perón, puso en marcha un grupo de trabajo prospectivo para analizar escenarios post Segunda Guerra mundial, anticipatorio de una posible tercera guerra que se veía como posible. Hay muchos trabajos del profesor Miguel Ángel Gutiérrez del Centro Latinoamericano de Globalización y Prospectiva sobre la educación superior en el futuro de América Latina, o de José Cordeiro de la Sociedad Mundial del Futuro en Venezuela. En Estados Unidos la Central de Inteligencia (CIA) ha hecho análisis prospectivos y construido escenarios de futuro para la región. En Chile hace muchos años existió una unidad de prospectiva en Mideplan, hay una iniciativa “Valdivia 2020”, también un estudio del Colegio de Ingenieros sobre Chile 2020, y otro promovido por el MOP sobre Chile al 2020. Seguramente existen más iniciativas locales, porque la inquietud por el futuro es creciente, en un mundo caracterizado por la inseguridad e incertidumbre, con oportunidades abiertas que no se visualizan si nos concentramos sólo en administrar el presente.

Pero como el mundo hoy ya es un escenario donde juegan sistemas integrados, y la competitividad es sistémica, no basta con análisis prospectivos locales o sectoriales, ni con reflexiones académicas sólo recogidas en libros y revistas, pero que no tienen impacto en el ámbito y nivel en que se toman las decisiones. Recientemente The Millennium Project ha puesto en marcha un estudio sobre América Latina 2030 mediante el método Delphi, en tiempo real, en el que están participando on line cientos de especialistas de todo el mundo, cuyas conclusiones serán presentadas en junio en Estados Unidos. Será un gran aporte, y lo que falta es contar a nivel de toda la región latinoamericana con un esfuerzo político de análisis prospectivo y creación de escenarios de futuro, apoyado en estudios académicos y estratégicos, por cierto, pero que sea fundamentalmente una reflexión global compartida a niveles de toma de decisiones de los gobiernos y los organismos regionales, apoyada por una voluntad política, e institucionalizada en los organismos de integración existentes. Tanto el Grupo de Río como la ALADI y la CEPAL son instancias suficientemente abarcadoras a las que los Jefes de Estado latinoamericanos podrían encargar la formación de un Grupo de Trabajo de alto nivel político, de análisis prospectivo, similar al de la Europa 2020-2030, que presente unas conclusiones con escenarios de futuro para la región y una propuesta de estrategia consecuente, con una agenda de largo plazo. Ello podría ser el eje ordenador que nos hace falta para dar base a un proceso de integración latinoamericana para el Siglo XXI sustentable, realista y movilizador.

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sábado, abril 10, 2010

La independencia y el Bicentenario

Publicado por el Diario Los Andes, Argentina, 8.04.10
La Independencia y el Bicentenario
Dr. Miguel Ángel Gutiérrez,

Presidente del Centro Latinoamericano de Globalización y Prospectiva, Nodo del Millennium Project, Argentina

Doscientos años después de las luchas de la Independencia, el autor se pregunta sobre cómo debería proseguirse hoy esa tarea en pos de la grandeza y libertad de nuestra patria.
En una Argentina que parece haber perdido el sentido de conmemorar fechas patrias, el Bicentenario presenta múltiples iniciativas y celebraciones desde fiestas tradicionales hasta fondos: pero se hace necesaria una reflexión sobre el significado de la Independencia de sus orígenes y su proyección en una nueva centuria, si se pretende dar a este concepto común una proyección al futuro. Hoy se acepta con mayor facilidad que a diferencia de los modelos europeos, en los que la Nación precedió al Estado, en la América hispana por el contrario primero se consolidó un Estado independiente conformado por individuos enlazados por un pacto social donde antes predominaba una estructura arquitectónica de múltiples comunidades superpuestas con lazos de protección y obediencia. Y que este Estado fue el artífice de la nueva nacionalidad. También es claro que la multiplicidad y simultaneidad de los levantamientos, la inmediata adopción del libre comercio, la asistencia de las flotas inglesas en los puertos sublevados, el paso de militares "españoles americanos" de la península a este continente, la convergencia de las fuerzas armadas organizadas por estos, indican la existencia de un proyecto que pretendió ser común. Esta común concepción compartida por los libertadores, fue claramente formulada por Bolívar en sus constantes invocaciones a la constitución de una "unión de repúblicas" americanas, culminando con la convocatoria al congreso de Panamá de 1826La construcción de la Nación, a partir del Estado recién independizado es una obra compleja y continua, desde la secularización de los registros cívicos, de hospitales, asilos y cementerios, de la escolaridad y la educación; la adopción de nuevas codificaciones y sistema judicial, a la formación del civismo y la conformación de nuevas instituciones, donde se destaca los ejércitos nacionales. La invención de una nueva legalidad hizo de vínculos societarios reales un conjunto de derechos contractuales solo al alcance de los pocos que usufructuaron el poder. Esa idea de nación y de interés nacional -supuestamente unificador- se ha extendido hasta nuestros días y es hoy un obstáculo para los intentos integracionistas, en tanto no admite la construcción de una identidad regional común, e incluso no entiende la posibilidad de coexistir con una emergente identidad global que se desarrollará en este siglo. La independencia hoy está lejos de haberse consolidado, la mera autonomía política se debilita aún más por la perdida de sentido de los principios de soberanía y de no intervención, que consolidaron un sistema internacional fundado en los Estados Nación.El Bicentenario nos ofrece la oportunidad de tomar conciencia de los dramáticos cambios ocurridos en nuestro mundo: la aceleración de la historia, la disminución del tamaño relativo del mundo o la pérdida de significación del espacio, la crisis del Estado-Nación, el surgimiento de actores globales no estatales, la proximidad de la singularidad tecnológica. Contextos que exigen a nuestros países una nueva forma de desempeño en el mundo, ante la desaparición del paradigma del desarrollo industrialista y la emergencia de la sociedad del conocimiento. El paradigma de la nueva emancipación depende del conocimiento que cada país tenga de las nuevas formas de funcionamiento del mundo y de la adecuada elección de las estrategias de inserción en el conjunto de las naciones.El último siglo entronizó como eje de las relaciones internacionales a la seguridad internacional en el lugar del comercio mundial. Las concepciones de poder mundial monopolar, bipolar o multipolar y de la seguridad derivada de ellos, deben dar paso a una visión realmente mundial de la seguridad humana, capaz de generar estrategias globales, como establecer la protección de los bienes comunes globales, o un embargo al desarrollo del comercio mundial de armas, prohibición total de armas de destrucción masiva, se promueva la desnuclearización, y se combatan organizaciones terroristas y delictivas que actúan globalmente. Esta problemática se presenta en latinoamericana bajo el formato de carteles de drogas, mafias, grupos o fuerzas políticas irregulares, que incentivan las migraciones internas y a otros países. También se hace necesario modificar las currículas que incentivan el odio y el conflicto. Redefinir las declinantes soberanías territoriales en término de autodeterminación y autonomía, y que puedan reconocerse -sin menoscabo de la identidad cultural- en una integración regional es mantener vivo el proyecto de independencia. Porque la dinámica de la gobernabilidad muestra una economía global sin un gobierno mundial. Esta transición no generó un sistema de decisión política ad-hoc, como lo fueron los estados nacionales para la revolución industrial, los que hoy pierden su poder de contralor territorial del sistema económico. Es preciso reinventarlos. En tanto subsiste el sistema internacional éste muestra una doble limitación: por la emergencia de problemas globales que escapan a su jurisdicción y regímenes y por la multiplicación de actores no nacionales con creciente peso e intereses. La globalización no ha generado tampoco nuevas instituciones, en tanto la ONU con un sistema decisional sometido a los intereses de las grandes potencias, y con el FMI, el Banco Mundial creados para sostener el sistema de comercio multilateral internacional que no son aptos para gestionar un mercado financiero global. Nuevas instituciones, regímenes e instrumentos de gestión deben proponerse y probarse en las próximas décadas.En una economía globalizada los precios de la tierra, productos, alimentos, salud, educación, trabajo y cualquier otro son en extremo desiguales en todo el mundo. Estos desequilibrios, tanto como los tecnológicos y de desarrollo, son los generan grandes ganancias en relación con las economías no desarrolladas. La pérdida de soberanía exige desarrollar nuevas alianzas estratégica, incrementar lazos asociativos con todo el mundo, de índole comercial, científicos, culturales, educativos, laborales, La necesidad de nuevas estrategias de inserción financiera internacional así como de de relacionamiento económico comercial y con el medio ambiente son variables dependientes del modelo de desarrollo que se adopte.Reformular hoy el objetivo independentista sería conformar una Nación de 20 repúblicas con más de 500 millones de habitantes con una política exterior común, un sistema de defensa colectivo, y una economía post industrial integrada, en un mundo de más de 200 países y con un mercado de 6.000 millones de personas.