sábado, marzo 15, 2014

¡FUCK THE EU!


¡FUCK THE EU!
Héctor Casanueva
Publicada por América Economía

Hace poco tiempo, tuvimos una demostración muy elocuente del grado de sofisticación y profundidad estratégica de la diplomacia de los Estados Unidos. “Fuck the EU”, dicho serenamente y como si nada por la secretaria adjunta del Departamento de Estado de Estados Unidos, Victoria Nuland, sobre posibles intervenciones y apoyos para resolver la crisis ucraniana, resume toda una visión geopolítica -espero que no sea compartida por el presidente Obama- con respecto a su, hasta ahora, principal socio transatlántico.  

Me imagino, después de esto, que también podrá pasar por su mente un “Fuck Latin America”. Menos mal que por estos lados nos estamos entendiendo mejor, y afianzando nuestra concertación política. Pero debemos estar atentos.

“Que se joda la UE”, no parece coherente si con el viejo continente, entre otros temas no menores, la potencia del Norte comparte la OTAN, Alianza Atlántica creada para contener en su momento a la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia, y que hoy, si bien algo devaluada por el supuesto término de la guerra fría, no deja de tener importancia estratégica dada la ofensiva rusa. Con la Unión Europea los Estados Unidos buscan, en estos momentos, un acuerdo integral de comercio e inversiones, que le puede significar algunos puntos de crecimiento del PIB, pero sobretodo, sería la base económico-financiera de la vinculación política occidental inaugurada en la postguerra el siglo pasado y una ganancia de masa crítica frente a China y el Asia en su conjunto.

El desprecio consuetudinario de cierta diplomacia estadounidense por la Europa integrada parece no haber remitido, desde aquella ironía kissingeriana que decía “si quiero hablar con Europa, ¿a qué teléfono debo marcar?”. Ya entonces resultaba incomprensible para ellos un proceso de integración basado en el diálogo “ad nauseum”, y en la articulación persistente de posiciones múltiples para la toma de decisiones. No reparan, al parecer, que ese pretendido hándicap es el que ha permitido siete décadas de paz en Europa, y la eliminación de toda hipótesis de conflicto entre sus estados, y es el instrumento para avanzar en la paz completa en la que Gorbachev denominó “la casa común europea”. En el mismo lapso, Estados Unidos se ha involucrado en Corea, Viet-Nam y Cambodia, Afganistán, Irak, y múltiples acciones menores en diferentes partes del mundo.

Hoy la Unión Europea comienza a salir de una crisis financiera que vino del otro lado del Atlántico, que por cierto develó las debilidades aún existentes en el proceso de integración. Sigue siendo la primera potencia comercial del mundo, el primer importador mundial de alimentos, el primer contribuyente mundial de ayuda oficial al desarrollo, y una potencia en ciencia y tecnología, que se acrecienta como tal a partir de la estrategia Europa 2020 y en especial del programa Horizonte 2020. Avanza desde el Tratado de Lisboa, sin prisa pero sin pausa, hacia la unión política, y tiene una hace poco inaugurada vocería comunitaria en política exterior, una representación como sujeto de derecho internacional con un asiento en Naciones Unidas, y sin duda es un actor político global. Que tarde en tomar decisiones sobre cuestiones sensibles que ocurren en sus fronteras  -como la crisis en Ukrania- no es una debilidad, sino la fortaleza de saber que los consensos son mejores que el garrote y la intimidación. Sobre todo en este caso, en que la disputa en ese país tiene que ver fundamentalmente con que la ciudadanía, especialmente los jóvenes, quieren integrarse en la UE y vivir bajo un sistema que incorpore los valores comunitarios de libertad, democracia, cooperación, equidad, protección social, que las actuales autoridades y sus socios externos no asumen. Esos valores deben prevalecer por consenso ciudadano, y no se puede pretender que la UE los imponga fuera de sus fronteras.

No me imagino a la comisaria europea de asuntos exteriores, Lady Ashton diciendo, bajo ninguna circunstancia, “fuck the USA”, pese a todos sus problemas y debilidades. Ahí está la diferencia.

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