Pensamiento Global, Héctor Casanueva
Artículos, entrevistas y monografías del autor y de otros autores, publicados en diferentes diarios y revistas, sobre política, economía, relaciones internacionales, integración europea, integración latinoamericana, relaciones UE-ALC.
viernes, febrero 08, 2013
REALIDADES,
PERCEPCIONES Y DESAFÍOS PARA
LA
ASOCIACIÓN ESTRATÉGICA CELAC-UE
Héctor
Casanueva[1]
La primera Cumbre CELAC-UE, que es también la séptima que se celebra
entre los estados de ambas regiones desde 1999, enfrenta un inédito escenario birregional
y global.
El riesgo de una lectura
simplista de la relación.
Los análisis sobre la crisis financiera, los cuestionamientos al modelo de
sociedad y al proceso de integración en Europa, muestran que no crece, que no
genera empleos, más bien los destruye, pérdida de competitividad, sumida en un
debate existencial, amenazas de desintegración y una parálisis institucional. Por
el contrario, por primera vez en esta relación, América latina aparece como una
región dinámica, en crecimiento, con las cuentas ordenadas, con sectores
sociales emergentes, espacio fiscal para avanzar en protección social, baja
deuda pública y un optimismo de los actores que contribuye a una percepción
pública de mejoramiento continuo que produce un
círculo virtuoso.
Pero este es el cuadro simplista, de trazos gruesos, es el bosque que
esta vez no deja ver los árboles, que influye en la opinión pública y en la
opinión publicada para amparar afirmaciones que se escuchan y leen por estos
días en América latina, despreciando la relación con Europa y llamando a
orientar nuestras políticas de inserción y vínculos económicos hacia otros
lados, especialmente el Asia, y concretamente China, como si existiera una
disyuntiva, en lugar de una posibilidad abierta para una sinergia de
relacionamientos no excluyente.
Este cuadro grueso también mueve en la Unión Europea a que se eliminen
programas de cooperación con América latina para diecisiete países, no solo por
recortes en los presupuestos comunitarios, sino porque se supone que nuestra
región ya no los necesita.
Ha surgido también una especie de neo-soberbia latinoamericana, una
exagerada reacción producto de tantas décadas de ser un continente-problema, pensando
que ahora las cosas están equilibradas, e incluso pudiéramos tener el lujo de darle
la espalda al viejo continente. Y así se preguntan muchos ¿Para qué seguir?
Pero si bien el termómetro arroja una lectura crítica para Europa, y una
lectura tranquilizadora para América Latina, el scanner dice otra cosa. Y para
acertar en el análisis y los pasos a seguir, debemos basarnos en el termómetro y
en el scanner, especialmente en este último, que nos dice, por ejemplo, que la
Unión Europea es la primera potencia comercial del mundo, el primer
contribuyente en ayuda al desarrollo, primer importador mundial de alimentos,
una potencia en ciencia y tecnología, que en plena crisis aumenta un 46% su
presupuesto en investigación, y que para América Latina es el segundo socio
comercial, con US. 230.000 millones de comercio y una balanza favorable a
nosotros; es el primer inversionista con un stock acumulado de US. 600.000
millones en la región y el primer contribuyente en cooperación al desarrollo.
El scanner nos dice que América latina, aún con los buenos resultados, tiene
180 millones de pobres, 75 de ellos bajo la línea de indigencia; el empleo
sigue siendo precario, pues el 38% de la población activa cuenta con seguridad
social; las desigualdades en ingresos se mantienen o crecen, las tasas de
inversión están siete puntos por debajo de lo necesario. Y que las
exportaciones siguen basadas en productos primarios, concentradas en pocas
empresas. La educación superior ha pasado en cuatro décadas de 276.000 a 15
millones de estudiantes, con más de 3.000 universidades.
Y el cuadro general comparativo señala que América Latina, con el 9% de
la población mundial, cuenta solo con el 8% del PIB, mientras la UE con el 7%
de la población mundial tiene el 26% del PIB. O sea, el ingreso por persona es,
en promedio, más de tres veces superior en Europa, lo que de por sí marca una
asimetría profunda en niveles de desarrollo.
De dónde venimos y hacia dónde
vamos.
Sin contar el fuerte apoyo político europeo y financiero a la paz en Centroamérica
y la democratización del cono sur, de los años ochenta, en los últimos trece
años de relación institucionalizada hemos avanzado mucho en diálogo político,
comercio y cooperación. Se han suscrito los acuerdos de asociación con Chile y
México, que cumplen diez años y han hecho crecerlas exportaciones de Chile a la
UE casi tres veces. Hay acuerdos con Centroamérica, el Caribe, Perú y Colombia,
y están pendientes con Mercosur, Bolivia y Ecuador. En cooperación, 87.000
pymes latinoamericanas han participado en los programas de cooperación, y 450
proyectos de diferentes tipos suman US. 4.500 millones de aportes de la UE. En
ciencia y tecnología y programas universitarios, han participado más de 4.000
profesionales, realizado más de 1.300 proyectos con 700 universidades. Las
empresas latinoamericanas invierten en Europa, y abren posibilidades conjuntas
hacia nuevos mercados. Luego de la Cumbre de Madrid del 2010 se adoptó un Plan
de Acción, nuevos programas del BEI y
otras iniciativas, que se verá reforzado y ampliado en Santiago hacia otros ámbitos,
como los temas de género.
Los programas de cooperación, el incremento de la apertura del comercio,
las inversiones crecientes, deben continuar. Pero esta Cumbre CELAC-UE debe
servir no sólo para reafirmar esto, sino que debe patentizar ante los
ciudadanos de ambas regiones el compromiso efectivo de trabajar juntos para
resolver los problemas que nos aquejan a ambos de manera específica, en cuya
solución ambos tenemos fortalezas y complementariedades que aportar en ambos
lados.
No obstante, como actores globales que sumamos 1.100 millones de
personas y un 40% del producto mundial, debemos enfrentar la necesidad de un
nuevo orden internacional, pues la globalización nos hace más vulnerables a
todos, y se requiere avanzar hacia mayores niveles de gobernabilidad, de
seguridad y desarrollo, preservando bienes públicos universales como el medio
ambiente, la seguridad alimentaria, la salud, el comercio justo, basados en un
modelo compartido, humanista, con los valores comunes que ambas regiones
compartimos.
[1] Héctor
Casanueva, Máster en Comunidades Europeas por la Universidad Politécnica de
Madrid. Director Ejecutivo del Centro Latinoamericano para las Relaciones con
Europa (CELARE). Ex embajador de Chile.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home