viernes, agosto 11, 2006

CHILE Y LA IGNORADA COMUNIDAD ANDINA

CHILE Y LA IGNORADA COMUNIDAD ANDINA
Héctor Casanueva
(Diario La Tercera, Chile, 09 de agosto, 2006)

La Comunidad Andina (CAN) es –pese a lo que se suele creer- lo más parecido a la Unión Europea, haciendo salvedad, por cierto, de su peso político y económico. Desde su creación por el Acuerdo de Cartagena de 1969 suscrito entre Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú -y a pesar del retiro de Chile en 1976- este esquema de integración ha seguido lenta pero sistemáticamente los pasos de la Comunidad Europea, y se ha dotado de una institucionalidad muy similar a ella. Podrá decirse, con razón, que el grado de profundidad de su organización, y de sujeción de los miembros a la misma, dista de tener los parámetros de su similar europea, pero sumando y restando, la CAN funciona razonablemente como una unión aduanera, su comercio interno está liberalizado y circula libremente, cuenta con un acervo normativo común avanzado, y una institucionalidad política decisoria configurada en el Sistema Andino de Integración, con un Tribunal de Justicia Andino con jurisdicción en toda el área, que opera como tribunal superior para todos los jueces en aquellas materias relativas a los tratados (si bien sus resoluciones tienen todavía un nivel de acatamiento no superior al 60%, que no es poco). A ello se agregan la Corporación Andina de Fomento (CAF), creada a semejanza de nuestra CORFO, entidad financiera de proyectos regionales que cuenta con la más alta calificación internacional; el Convenio Andrés Bello al que ya pertenecen incluso países de fuera del área; y el Convenio Hipólito Unanue de coordinación en salud. Si bien el retiro de Venezuela le resta densidad e introdujo dudas de viabilidad de largo plazo, todo parece indicar que sigue siendo un área con fortalezas considerables. Por algo será que la Unión Europea empezará a negociar con ella un acuerdo de asociación y Estados Unidos se esté vinculando a sus miembros mediante TLC similares a los de Chile.

Es muy bueno que la anunciada asociación de Chile y la nueva geometría de la integración regional que va emergiendo, hayan puesto por fin en los titulares a esta agrupación, desconocida y en cierto modo minusvalorada por estos lados. Algunos interpretan que el acercamiento a la CAN es para compensar la baja en las relaciones con Argentina o el mayor peso político del Mercosur con Chávez. No nos parece que deba ser visto de esa manera. La acertada decisión del gobierno, de re-integrarse en una condición sui-géneris –país asociado- se venía evaluando mucho antes, y radica en la catalización de una visión estratégica de nuestra proyección al Asia, para la que se requiere mayor densidad productiva, de mercados y extensión geográfica, incluso hasta México; y en la profundización de aquellos aspectos sistémicos de la integración regional –energía, infraestructura, estabilidad macroeconómica, seguridad- que tienen que ver con la competitividad necesaria para insertarse en la globalización. En esta perspectiva, siendo Chile además asociado al Mercosur y con un Acuerdo Estratégico con México, adquiere un nivel de compromiso con América Latina desde el cual aportará al desarrollo del conjunto y recibirá los beneficios de largo plazo de una región integrada y más competitiva.