sábado, julio 15, 2006

LECCIONES DE LA CUMBRE DE VIENA UE-ALC

LECCIONES DE LA CUMBRE DE VIENA
Héctor Casanueva
(Diarios El Observador, Uruguay y El Mostrador, Chile)

Se dice que uno de los principales méritos de las reuniones cumbre de jefes de estado, es que se lleguen a realizar. Esto porque son una buena ocasión para el encuentro de las máximas autoridades de los países por las múltiples reuniones bilaterales que se originan. Es lo que pasó recientemente en Viena en la IV Cumbre Unión Europea-América Latina y el Caribe. Si medimos la reunión desde esta perspectiva, podríamos considerarla beneficiosa, ya que se produjeron unas ochenta bilaterales de los jefes de estado latinoamericanos entre sí y con los mandatarios europeos y comunitarios. No obstante, lo que tenemos que medir son los resultados vis a vis los objetivos, y ahí es donde podemos afirmar que se trató de una cumbre más, incluso menos gravitante que las tres anteriores. Porque lo que se acordó en 1999 en Río de Janeiro, en la primera reunión entre ambas regiones, fue el establecimiento de una “asociación estratégica”, basada en el diálogo político, el libre comercio y la cooperación, objetivo reiterado después en Madrid, Guadalajara y ahora en Viena. Pero más allá de la retórica, los buenos deseos y los abrazos, las concreciones dejan mucho que desear y nos hacen temer que entremos en una “fatiga de cumbres” que vaya descafeinando progresivamente nuestras relaciones.

La voluntad europea de avanzar en esta asociación estratégica está contenida en un documento presentado por la Comisión en el que hay algunos anuncios interesantes, y otros más que nada declarativos. Desde luego, el hecho de que la UE llegara a Viena con una propuesta unitaria, consensuada y en la que participaron el ejecutivo europeo y el Parlamento, contrasta dramáticamente con la falta de unidad en el planteamiento latinoamericano, una fragmentación de nuestras posiciones que impide avanzar.

La Declaración de Viena, de 59 puntos (más corta, por lo menos, que la de Guadalajara, que tenía más de cien) y los anuncios realizados al finalizar la cumbre muestran algunos avances:

1. Hay acuerdo en iniciar negociaciones comerciales y de cooperación con Centroamérica y Panamá.
2. Se continuará con las negociaciones comerciales y de cooperación con la Comunidad de Estados del Caribe.
3. Se evalúa muy positivamente el desarrollo de los acuerdos existentes con Chile y México.
4. Habrá una profundización del Acuerdo de Asociación UE-Chile.
5. Se avanzará en la creación del Espacio Común de Educación Superior.
6. La UE espera recibir no menos de 4.000 becarios latinoamericanos anuales en universidades europeas. Pocos, según el Parlamento.
7. El Banco Europeo de Inversiones (BEI) participará con un fondo de cuatro mil millones de Euros en proyectos de infraestructura en nuestra región para apoyar la integración física.
8. La UE se plantea llegar en el 2010 a aportar el 0,56% del PIB y en el 2015 alcanzar la meta histórica del 0,7% del PIB en ayuda oficial al desarrollo.
9. Se intensifica el propósito de cooperar en la lucha contra la pobreza.
10. La cohesión social y la integración regional siguen siendo pilares de la asociación estratégica birregional.

En el déficit de la Cumbre, debemos anotar la postergación del inicio de negociaciones UE-Comunidad Andina, motivada por el desorden interno de este esquema debido al retiro de Venezuela, las dudas de Bolivia y los TLC en marcha de Colombia, Perú y Ecuador (aunque este último esté momentáneamente suspendido por el problema con la petrolera Oxy). Asimismo, no se logró el tan esperado cierre de negociaciones UE-MERCOSUR, complicado tanto por los problemas internos de éste, como por la imposibilidad de consensuar una apertura equitativa.

Pero además de estos hechos puntuales, hay que hacer una reflexión de fondo sobre las futuras relaciones UE-ALC y los objetivos de la siguiente cumbre a realizarse en dos años más en Perú. En efecto, esta asimetría del diálogo entre dos regiones, una con posiciones comunes y la otra desarticulada, impide que se llegue a estructurar realmente una agenda sustantiva, que involucre responsablemente a todos los actores. La propia UE ha debido optar por diferenciar sus relaciones con América Latina, mediante estrategias específicas por subregión y por países, pero el problema es que esta postura europea –forzada por nuestra fragmentación- no es funcional para el desarrollo latinoamericano. Refuerza el camino de un desarrollo disímil y diacrónico por el que avanzan unos sí y otros no, cuando -como lo ha demostrado palmariamente Michael Porter, entre otros- los procesos son sistémicos y la competitividad es integral. Nada sacamos con que un país o una subregión avancen si su entorno no lo hace, ya que en definitiva no se lograrán las sinergias necesarias para competir en el complejo mundo internacional actual. Por lo tanto, una agenda común de toda la región para pactar una asociación con la UE para el desarrollo regional es indispensable. Hay, entonces, tareas por cumplir para que la próxima Cumbre UE-ALC logre consolidar esta alianza en una perspectiva de largo plazo, coherente y sistémica, orientada a lo que necesitamos: desarrollar nuestra competitividad para poder crecer y distribuir, único camino para derrotar sustentablemente la pobreza y llegar a la cohesión social. Pero tenemos que estar integrados, ya que la mayor responsabilidad está de nuestro lado. Los organismos de integración permanentes, como la ALADI, y de estudios y elaboración de políticas, como la CEPAL, en un esfuerzo conjunto, con la base política del Grupo de Río, tienen que ponerse a trabajar desde ahora para perfilar de una vez por todas una agenda y una propuesta común que llevar a la Cumbre de 2008.