domingo, julio 16, 2006

CHILE Y AMÉRICA LATINA, ¿DE QUÉ AUTOEXCLUSIÓN ME HABLAN?

Chile y América Latina: ¿De qué autoexclusión me hablan?
por Héctor Casanueva
(Diario El Mostrador, Chile)

La integración de Chile con los países de América Latina es un proceso deliberado de cuidadosa relación política, económica, social y cultural, que se construye desde una óptica combinada de compromiso histórico, intereses compartidos, realismo y perspectiva de futuro. En el marco de la ALADI -el mayor organismo de integración regional, del que somos fundadores, y que representa en términos globales el 90% del PIB y el 90% del comercio latinoamericano-, Chile le compra más productos a esta región que a cualquier otra región o país en el mundo. Leo con cierta perplejidad que cada cierto tiempo se vuelven a afirmar ciertos lugares comunes respecto de la posición de Chile en América Latina, que ya van siendo recurrentes de parte de un sector minoritario pero relevante de analistas de la región. Digo perplejidad, porque uno tiene derecho a exigir de opinantes ilustrados que sus afirmaciones tengan sustento en la realidad. De lo contrario, también uno tiene derecho a pensar que se podría tratar de prejuicios ideológicos o de interés por minimizar el impacto de la vía chilena para enfrentar la globalización. Me refiero a la insistencia en la supuesta desvinculación de Chile de la región, debido a su política exterior y la estrategia de inserción económica internacional basada simultáneamente en la apertura unilateral, bilateral y multilateral. En efecto, se dice: “.....Chile se autoexcluye. Su política exterior, más sus acuerdos bilaterales, en verdad impiden que pueda ser un protagonista de alianzas de integración regional.” Y se afirma además que “Chile tiene una política de apertura de mercado que impide que participe como protagonista en el proceso de integración de América del Sur.” Quisiera hacerme cargo de estas afirmaciones, con el fin de contribuir al análisis serio de la posición de Chile en un contexto internacional competitivo y complejo, política que en nada perjudica la integración latinoamericana, sino, por el contrario, la potencia. 1.La integración de Chile con los países de América Latina es un proceso deliberado de cuidadosa relación política, económica, social y cultural, que se construye desde una óptica combinada de compromiso histórico, intereses compartidos, realismo y perspectiva de futuro. La histórica variabilidad del cuadro latinoamericano, afectado por una búsqueda, aún no concluida en varios países y en el conjunto, de opciones viables y permanentes para su desarrollo, deriva a nivel regional en coyunturas y altibajos políticos y económicos que a veces se superponen a las visiones de largo plazo, en cierto modo las condicionan, e impiden, en definitiva, una concertación global que, más allá de la retórica, dé sustento efectivo a la aspiración más que centenaria de la unión latinoamericana para fortalecer la inserción internacional. Son numerosas las propuestas concretas de integración que realidades posteriores han mediatizado y debilitado, al punto de poner a algunos países en la disyuntiva de detener su inserción internacional por las limitaciones del conjunto o avanzar por las líneas de menor resistencia, en un relacionamiento global que permita cumplir con el objetivo central de toda política exterior moderna: asegurar internacionalmente el desarrollo de la población. En este contexto y no obstante esas limitantes, se da la opción chilena por una apertura al mundo, pero hecha desde y para la región a la que pertenecemos. 2.En efecto, el compromiso regional no sólo está vigente, sino que actuante. Desde los primeros pasos como naciente república ha quedado plasmada en hechos nuestra vocación latinoamericana, pasando por una vanguardista política de integración llevada adelante en el siglo XX por todos los gobiernos democráticos, primero en la ALALC, en el Pacto Andino, el CECLA, en la tesis de las doscientas millas para preservar el patrimonio del Pacífico latinoamericano, en la creación del Grupo de Río, nuestra pertenencia al Convenio Andrés Bello y el Hipólito Unanue, el Parlatino, y el apoyo concreto a posiciones relevantes del Grupo de los Veinte en la OMC, o la coordinación de algunas posiciones claves con el MERCOSUR en las negociaciones del ALCA. 3.Ya instalados en el Siglo XXI, es preciso considerar el apoyo que damos a la próxima creación del Espacio de Libre Comercio (ELC) en el ámbito de la ALADI al amparo del Tratado de Montevideo, así como nuestra asociación al MERCOSUR, reforzada expresamente al máximo nivel político luego de la Cumbre de Iguazú y de las visitas de este mes a Chile del presidente de la Comisión Permanente del MERCOSUR, Eduardo Duhalde, y del presidente Lula, en las que Chile explicitó su apoyo político al relanzamiento de la integración a partir del MERCOSUR ampliado. Y nuestra activa participación, a niveles ministeriales políticos y técnicos, en todas las instancias de coordinación educativa, desarrollo social, seguridad, cultura, de género, cooperación judicial del MERCOSUR. 4.Una muestra más: somos activos partícipes del IIRSA, para la que estamos planteando fórmulas innovadoras que permitan cooperar en materias energéticas, de infraestructura y financieras. 5.Obras son amores. También nuestro relacionamiento comercial es beneficioso para la región. En el marco de la ALADI -el mayor organismo de integración regional, del que somos fundadores, y que representa en términos globales el 90% del PIB y el 90% del comercio latinoamericano-, Chile le compra más productos a esta región que a cualquier otra región o país en el mundo. Es decir, la región ALADI es nuestro primer proveedor mundial y el destino del 80% de nuestras inversiones. Estamos vinculados sólo en materia comercial por más de 27 acuerdos con los doce países de la ALADI y toda Centroamérica. De tal modo que el desarrollo de Chile no es irrelevante para la región, sino todo lo contrario, y también da muestra del grado de integración real que existe. No es menor que el comercio de Chile con la región representa nada menos que el 25% del total de los intercambios intra-latinoamericanos. 6.Chile puede comprarle a la región más de ocho mil millones de dólares anuales -mientras le vende sólo tres mil- gracias precisamente a que los acuerdos comerciales y nuestra política de apertura equilibrada al mundo obtiene superávit comerciales desde Estados Unidos, Europa y Asia, que volcamos por esta vía a América Latina. 7.Por otra parte, no obstante nuestra modesta realidad de un país de sólo seis mil dólares per cápita, hemos articulado programas de cooperación mediante becas y asistencia técnica a países de Centroamérica y de nuestro entorno, y recientemente hemos comenzado a responder a crecientes solicitudes de cooperación en materias comerciales y de promoción de exportaciones de diferentes países de la región. Asimismo, Chile preside en la ALADI el Grupo de Trabajo de Tecnologías de la Información y Comunicación y Comercio Electrónico, en cuyo marco acaba de hacer una propuesta fundamental para digitalizar todo el sistema de certificaciones de origen del intercambio comercial regional, lo que será para los sectores público y privado un cambio cualitativo de enorme trascendencia, para lo cual hemos comprometido, junto a otros países miembros, cooperación técnica pública y privada. La política exterior chilena tiene como prioridad real a la región, tanto en el orden político, como económico comercial. Nuestra apertura global no impide “ser protagonistas de alianzas de integración regional”. Lo somos, sin demasiada retórica, pero con hechos. Y para comprenderlo es importante destacar que para nuestro país está muy clara la distinción entre lo que es el comercio –que podemos tener con Estados Unidos, la UE, Japón, Corea y cualquier país del mundo- de lo que es la integración, que significa políticas comunes, cooperación, comercio y las libertades clásicas de circulación de personas, capitales, bienes y servicios, lo que sólo es posible construir con la región a la que se pertenece, y para lo cual hemos dicho y demostrado reiteradamente que estamos en condiciones de avanzar a la mayor velocidad y con toda la profundidad que el conjunto lo permita.