domingo, enero 16, 2011

MULTILATERALISMO

EL MULTILATERALISMO COMO RESPUESTA
Héctor Casanueva
A desafíos globales, respuestas globales. Estas sólo se pueden dar desde el multilateralismo, que después del fin de la guerra fría estuvo de capa caída -con una "prepotencia", doce "potencias" y ciento sesenta "impotencias"- pero que ahora al parecer vuelve por sus fueros. Cuatro ciudades han sido protagonistas en los últimos meses de este resurgir de la concertación global y la mirada estratégica: en Seúl, el G-20 comenzó a dejar atrás, tímidamente, es cierto, el Consenso de Washington, para avanzar en un diseño del desarrollo con más contenido de políticas públicas y mayor relevancia del Estado; en Cancún, también tímidamente pero al parecer de manera irreversible, se avanzó en un consenso sobre cambio climático y medidas concretas, que pueden llegar a sustituir para mejor el Protocolo de Kioto y superar la frustración de Copenhagen; en Bruselas, hace unos días, la Unión Europea dio un paso político difícil -reformar el Tratado de Lisboa a sólo un año de su vigencia- para dar cabida a lo que podría ser el embrión de un FMI europeo, un fondo de estabilización que defenderá a capa y espada la moneda y la unión económica y monetaria, y de paso la estabilidad financiera mundial;.
Finalmente, en Foz de Iguazú, ciudad fronteriza de Brasil y Paraguay, el Mercosur decide un avance institucional muy importante, la creación de la Alta Autoridad común, que es un paso más hacia la supranacionalidad, y una agenda social común para profundizar el proceso, como soporte de las decisiones económicas instrumentales adoptadas en San Juan seis meses antes.
Aparte de la dimensión propiamente multilateral de estas decisiones -que rescatan el viejo pero olvidado aforismo de "la unión hace la fuerza"- hay ciertos elementos comunes que hacen pensar efectivamente en que a fuerza de costalazos, vamos poniéndonos en la senda correcta. Uno, que en estas decisiones han participado por igual grandes y chicos, "potencias" e "impotencias"; Dos, que la interdependencia obliga a entenderse; Tres, que la globalización trae aparejados desafíos comunes que no respetan fronteras ni tamaños, como las migraciones, el clima, la energía y las patologías internacionales como el narcotráfico o el cibercrimen; cuatro, que las comunicaciones han empoderado a los ciudadanos de tal modo que junto con la prensa ya no es posible que los grandes -tampoco los chicos- hagan lo que les de la gana. Y por último, que poco a poco se va infiltrando una conciencia moral colectiva para arrinconar a los especuladores que han tomado de rehén al Estado en contra de los intereses comunes.
La velocidad de los cambios en esta dirección es lo que resta por resolver, porque lo que va de una cumbre a otra, y la implementación de lo acordado, son tiempos demasiado largos para los ciudadanos de a pie. Ahí entra entonces la voluntad política y el liderazgo de nuestros dirigentes. El mundo necesita líderes capaces de dar el salto cualitativo en el momento preciso. No se ven muchos en el horizonte, pero algunos hay que parece que se atreven, sin retórica excesiva ni parafernalias, incluso aquellos que son un poco aburridos, pero hacen avanzar. Pienso en Merkel, Zapatero, Van Rompuy. También en Lula, Ban Ki Moon, Calderón. Y países emergentes que pueden jugar un rol del denominado "liderazgo conceptual", como Chile, si nos atrevemos.

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