domingo, diciembre 20, 2009

EUROPA-AMÉRICA LATINA: LOS PRÓXIMOS DIEZ AÑOS

EUROPA-AMÉRICA LATINA: LOS PRÓXIMOS DIEZ AÑOS
Héctor Casanueva
Director Ejecutivo del CELARE


El balance de la primera década de la asociación estratégica ALC-UE, iniciada el Río de Janeiro en 1999, es sin duda exitoso en sus dimensiones política y de cooperación, y relativamente positivo en lo comercial. Cabe reconocer, por ambas partes las carencias y dificultades inherentes a un proceso de relacionamiento entre dos regiones y sesenta países de realidades muy diversas.

Llegados a este punto, conviene también analizar nuestra vinculación en clave de futuro, y visualizar los siguientes diez años en un contexto global complejo, inseguro y muy dinámico, que presenta enormes desafíos para la humanidad. La próxima Cumbre de Madrid al estar centrada en la tecnología y la innovación, ya nos señala una direccionalidad acorde con los paradigmas de un mundo cambiante y altamente competitivo. La Unión Europea tiene en funcionamiento un grupo de trabajo sobre la Europa 2020, cuya coordinación fue encargada en Lisboa a Felipe González, que dará cuenta de sus conclusiones el próximo semestre durante la presidencia española. No tenemos un grupo similar en América Latina, aunque algunos países han puesto en funcionamiento comisiones similares de carácter sectorial. Bueno sería que en Madrid acordáramos la creación de un grupo de trabajo bi-regional que visualizara el escenario posible al 2020 a partir de un estudio prospectivo, y que elaborara una propuesta de temas y plan de trabajo a abordar en una agenda de largo plazo de la asociación estratégica. Ello daría sentido y direccionalidad a la relación más allá de las materias de habitual tratamiento y que seguirán estando presentes. De lo que se trata, mirando los siguientes diez años, es de situarnos en un escenario de futuro a partir de las tendencias, de lo inevitable, lo deseable y lo posible, y establecer una hoja de ruta común que comprometa la voluntad política, y por ende los instrumentos y recursos. Hay cuestiones esenciales que requieren de una mirada estratégica y a la vez de una concertación política en los foros internacionales, en las que las coincidencias valóricas entre ambas regiones pueden representar un significativo aporte global. Por ejemplo, el cambio climático, la biodiversidad, el desarrollo de la genética, la energía, la seguridad alimentaria, las nuevas patologías internacionales, así como la nueva arquitectura del sistema internacional, tanto de carácter político, como financiero, económico y comercial. Todas estas cuestiones no son coyunturales y no se resuelven en el corto plazo ni de cumbre en cumbre cada dos años. Tampoco dependen sólo de una sumatoria de proyectos de cooperación o declaraciones formales.

En la Cumbre de Lima de 2008 ya se percibía la sensación de que necesitamos un salto cualitativo en la relación estratégica, y se perfilaron algunos de los temas señalados. ¿Pero sabemos con claridad donde estamos situados y hacia donde queremos ir conjuntamente? ¿Tenemos una mirada común sobre como trabajar desde ya frente a la crisis alimentaria mundial, que puede ser catastrófica cuando lleguemos a los nueve mil millones de habitantes en unas décadas más? ¿Sobre el acceso al agua como potencial de conflictos a nivel global, y específicamente la situación en Latinoamérica que es una de las mayores reservas mundiales en acuíferos, humedales y hielos continentales? ¿Sobre el uso pacífico del espacio? ¿Respecto de la llamada “singularidad”, es decir, la convergencia de la info-cogno-bio-tecnología que en menos de una década permitirá ampliar la generación de inteligencia artificial en áreas de profundo impacto productivo y del conocimiento? ¿La educación en la era de la Web 3.0 -o la 17.0 que se anuncia para 20 años más- y su impacto en el currículum, por lo tanto en los programas de intercambio y cooperación universitaria, científica y técnica?

En nuestra opinión, más allá del debate coyuntural y el repertorio de temas que se abordan de cumbre en cumbre, una mirada prospectiva se ha vuelto imprescindible, y para ello un gran avance sería tomar una decisión en Madrid de realizar un ejercicio bi-regional similar al encargado en Lisboa sobre la Europa al 2020. Sería no sólo muy orientador por sus resultados, sino que el ejercicio mismo ya constituiría un aprendizaje compartido sobre la forma de abordar estratégicamente desafíos globales que son comunes.





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