miércoles, diciembre 23, 2009

Carta abierta al escritor Jorge Edwards, que anunció que votará por la derecha

Carta abierta a Jorge Edwards, que anunció que ahora vota por la derecha.
Santiago, 21 de diciembre de 2009
DE: Héctor Casanueva, militante DC.

Estimado Don Jorge:
En su columna “Adivinanzas electorales”, publicada en La Segunda del viernes 18 de este mes, Ud. anuncia que cambiará su preferencia electoral y votará por el candidato de la derecha, basado en una serie de consideraciones y argumentos que quisiera comentar.
Antes de entrar en materia, me gustaría informarle que hice un comentario a su columna, directamente en el blog del diario, cuando aún no había ninguno, el que sin embargo no fue publicado ni en la edición digital ni en la impresa. Afortunadamente contamos con el blog de nuestro amigo Yanky Espinoza, bastante más visitado que el de La Segunda, y otros medios en Internet, de manera que por esta vía espero llegar hasta Ud. y parte al menos de los lectores de sus columnas, entre los que me cuento.

Quiero referirme solamente a cuatro cuestiones que Ud. plantea como fundamentos de su decisión:

1. Dice Ud. que “lo esencial de la campaña de la Concertación ha consistido en (eso) dejar a un lado el verdadero debate de las ideas, de los contenidos, de los programas de gobierno, y sostener que si no gobiernan ellos, que si no se unen todos, llega al poder la derecha, es decir, el cuco, el malo de la película. Es un argumento simple, de aparente eficacia, y la Concertación ha caído de cabeza en la tentación de este simplismo.”

A este respecto, dos cosas: una, que no es efectivo que la Concertación haya dejado a un lado las ideas o los contenidos programáticos. Estos han sido explícitos y difundidos por diferentes medios y en distintas ocasiones, que han sido no obstante sólo parcialmente recogidos por la prensa –Ud. sabe muy bien por qué- pero se encuentran disponibles en el portal Web “efrei.cl “, que le invito a visitar. Segunda, que el hecho de convocar a los ciudadanos a ganarle a la derecha y dar continuidad a los gobiernos de la Concertación no es como para festinar con lo del “cuco” o el “malo de la película” (aunque se parezcan a veces). Se fundamenta en una cuestión de bien común: si Piñera llega al poder, con una UDI y RN todavía herederos de la dictadura y de ciertos fundamentalismos culturales, y el respaldo del poder económico que controla los servicios, las Isapres, las AFP, las eléctricas, el agua, el gas, las autopistas y casi todos los medios de comunicación, con mayoría en el Parlamento producto del binominal, la derecha accedería al único poder que le falta –el gobierno- que por lo menos genera un equilibrio regulador que actúa por activa y por pasiva frente a la concentración total. Ud. por lo menos coincidirá conmigo en que el ciudadano de a pie necesita que alguien desde el Estado vele por sus intereses, regule las tarifas de los servicios y ponga freno a la tentación de que los más poderosos usen o se sientan tentados a usar el poder total en su perjuicio. Por lo demás, hay ejemplos concretos de colusión y de uso de información privilegiada que han sido descubiertos y frenados por los servicios públicos precisamente porque sus directivos no tienen vínculos con los entes regulados. Por lo menos uno puede dudar de que si el gato queda a cargo de la carnicería podrían desaparecer unos cuantos filetes, ¿no cree?

2. Continúa su argumentación de este modo: “Pero ya lo he dicho en crónicas anteriores: en una democracia moderna, desarrollada, la posibilidad real de alternancia en el poder es decisiva. De lo contrario, la sociedad estaría formada por ciudadanos que pueden gobernar y por otros que no pueden, vale decir, ciudadanos de primera clase o de segunda”.

No puedo estar más de acuerdo con Ud., de hecho en Chile afortunadamente desde 1990 –como también antes de 1973- la posibilidad real de alternancia existe. El punto no es ese, ya que la Concertación no niega este hecho esencial de las democracias. La cuestión está en que así como legítimamente la derecha aspira a ser alternativa, también la Concertación aspira a dar continuidad a su tarea, y por eso ambas coaliciones, así como lo hicieran también los demás candidatos, apelan a la voluntad de los ciudadanos. La continuidad de largo plazo de los gobiernos, Ud. debe saberlo, se ha dado históricamente en democracias desarrolladas, como por ejemplo en Alemania con Adenauer y los gobiernos demócrata cristianos. No creo que Ud. considere que Alemania sea una democracia subdesarrollada por ello. En Chile no hay ahora ciudadanos de primera y de segunda clase, entre otras razones porque desde 1990 en adelante vivimos en democracia, y no creo que por los repetidos triunfos de la Concertación quienes no votaron por ella se sientan en inferior condición. Tal vez si preguntamos por ejemplo a los empresarios que “aman a Lagos”, o a quienes con Frei viajaron abriendo mercados a sus productos, probablemente dirán que no votaron por ellos y nunca votarán por la Concertación, pero que han sido muy bien cuidados y respetados.

3. Dice Ud., a propósito de la voluntad Concertacionista de contribuir a romper la exclusión, que la izquierda responsable de hechos como los de la ex Unión Soviética -y cita en concreto las persecuciones bolcheviques y el caso de Rumania- debe hacer un mea culpa sobre esos hechos y no escudarse en que ocurrieron hace mucho tiempo. Señala Ud.: “los comunistas chilenos tienen derecho a llegar al Parlamento con sus votos legítimos, pero tienen que decirnos algo sobre lo que sucedió, tienen que hacer alguna forma de autocrítica. Alguien declaró por ahí que aquellas cosas sucedieron hace muchos años, que ya no tienen auténtica vigencia.”

¡Menuda contradicción, estimado Don Jorge! Porque mientras Ud. critica que la Concertación y Eduardo Frei pongan de relieve lo ocurrido en Chile, o sea, aquí mismo, durante la dictadura y el pasado de quienes vivieron amparados, colaborando o aprovechándose de ella, que hoy respaldan a Piñera blanqueados por veinte años de democracia, Ud. reclama de la izquierda un reconocimiento de hechos lejanos -no por ello menos graves, por supuesto. Su sensibilidad ante los crímenes estalinistas y otros no es equivalente por lo menos, como para entender que la Concertación tenga el derecho a poner de relieve lo sucedido en Chile. ¿Ud. no exige de esos culpables un mea culpa y un reconocimiento explícito y oportuno (subrayo lo de oportuno) a los crímenes, latrocinios, abusos y demás tropelías cometidas por ellos, y que una conveniente ley de amarre –imposible de derogar- dejada por Pinochet no permite investigar? ¿Por qué motivo cree Ud. que cada vez que se trata de destapar estos hechos, la derecha apela al tan chileno “no seamos confrontacionales” y a “miremos el futuro”, “demos vuelta la hoja”, etc. Si por sus frutos los conoceréis, por qué no va a ser legítimo decirle a la gente las cosas como fueron y que tenemos fundadas dudas sobre quienes pretenden gobernar?

4. Finalmente, me refiero a su pronóstico respecto de un posible gobierno de Piñera. Dice: “Creo que el probable gobierno próximo de Sebastián Piñera podría darle un impulso a nuestro desarrollo económico, que en los últimos años ha languidecido algo, sin provocar un retroceso en las conquistas sociales que ha logrado la Concertación”.

No se en que fundamenta Ud. esta aseveración, no aparece en su columna. Me habría gustado leer la sustentación que seguro Ud. tiene para afirmar tal cosa. Pero permítame decirle que ese “languidecer” que Ud. señala y que lo refiere al “desarrollo económico” requiere por lo menos alguna matización. Porque hay que distinguir: el crecimiento económico -que si bien ha disminuido comparativamente con la década anterior producto de un entorno internacional inestable, que necesariamente afecta más a un país con economía altamente internacionalizada como el nuestro- ha sido sustentable y bien administrado, permitiendo crear por acumulación de los esfuerzos de los cuatro gobiernos de la Concertación una red de protección social financiada y sostenible en el largo plazo. En cuanto al “desarrollo económico”, que es algo más integral y amplio que el puro crecimiento, baste el ejemplo de nuestro reciente ingreso a la OCDE para afirmar que en Chile hay un potente desarrollo de la economía, su institucionalidad pública, el entorno regulatorio y la capacidad de crecer.

Con todo lo señalado en esta carta, no quiero que quede la impresión de que considero que todo lo hecho por la Concertación ha sido bueno, o que no se han cometido errores, ha habido casos de corrupción -sancionados eso si, porque no hay ley de amarre para esto- o que siempre las cosas se podrían hacer mejor. Pero es que de verdad que no se trata de eso en su columna, sino de su deseo de darle el paso a la derecha, aún con fundamentos simplistas. En efecto, luego de leer su columna, me queda la impresión siguiente: tal vez Ud. no ha logrado sustraerse a algo que critica: la simplificación. En este caso, la simplificación que hace la derecha del desempeño y los logros de la Concertación, y la caricatura que ha hecho sistemáticamente de nuestro candidato y de su gobierno, es verdad que le han ayudado algunos opinólogos, descolgados, díscolos e impacientes de la propia casa), a pesar de todas sus realizaciones y de haber enfrentado positivamente graves coyunturas políticas y económicas. Si Ud. quisiera en concreto, por ejemplo, debatir en serio acerca del gobierno de Frei, o en general de los gobiernos de la Concertación y sobre las propuestas de futuro, habemos muchos disponibles para ello. En una de esas, cambia Ud. nuevamente su intención de voto.

Le saluda muy atentamente, deseándole una feliz Navidad y un mejor 2010,


Héctor Casanueva Ojeda

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domingo, diciembre 20, 2009

EUROPA-AMÉRICA LATINA: LOS PRÓXIMOS DIEZ AÑOS

EUROPA-AMÉRICA LATINA: LOS PRÓXIMOS DIEZ AÑOS
Héctor Casanueva
Director Ejecutivo del CELARE


El balance de la primera década de la asociación estratégica ALC-UE, iniciada el Río de Janeiro en 1999, es sin duda exitoso en sus dimensiones política y de cooperación, y relativamente positivo en lo comercial. Cabe reconocer, por ambas partes las carencias y dificultades inherentes a un proceso de relacionamiento entre dos regiones y sesenta países de realidades muy diversas.

Llegados a este punto, conviene también analizar nuestra vinculación en clave de futuro, y visualizar los siguientes diez años en un contexto global complejo, inseguro y muy dinámico, que presenta enormes desafíos para la humanidad. La próxima Cumbre de Madrid al estar centrada en la tecnología y la innovación, ya nos señala una direccionalidad acorde con los paradigmas de un mundo cambiante y altamente competitivo. La Unión Europea tiene en funcionamiento un grupo de trabajo sobre la Europa 2020, cuya coordinación fue encargada en Lisboa a Felipe González, que dará cuenta de sus conclusiones el próximo semestre durante la presidencia española. No tenemos un grupo similar en América Latina, aunque algunos países han puesto en funcionamiento comisiones similares de carácter sectorial. Bueno sería que en Madrid acordáramos la creación de un grupo de trabajo bi-regional que visualizara el escenario posible al 2020 a partir de un estudio prospectivo, y que elaborara una propuesta de temas y plan de trabajo a abordar en una agenda de largo plazo de la asociación estratégica. Ello daría sentido y direccionalidad a la relación más allá de las materias de habitual tratamiento y que seguirán estando presentes. De lo que se trata, mirando los siguientes diez años, es de situarnos en un escenario de futuro a partir de las tendencias, de lo inevitable, lo deseable y lo posible, y establecer una hoja de ruta común que comprometa la voluntad política, y por ende los instrumentos y recursos. Hay cuestiones esenciales que requieren de una mirada estratégica y a la vez de una concertación política en los foros internacionales, en las que las coincidencias valóricas entre ambas regiones pueden representar un significativo aporte global. Por ejemplo, el cambio climático, la biodiversidad, el desarrollo de la genética, la energía, la seguridad alimentaria, las nuevas patologías internacionales, así como la nueva arquitectura del sistema internacional, tanto de carácter político, como financiero, económico y comercial. Todas estas cuestiones no son coyunturales y no se resuelven en el corto plazo ni de cumbre en cumbre cada dos años. Tampoco dependen sólo de una sumatoria de proyectos de cooperación o declaraciones formales.

En la Cumbre de Lima de 2008 ya se percibía la sensación de que necesitamos un salto cualitativo en la relación estratégica, y se perfilaron algunos de los temas señalados. ¿Pero sabemos con claridad donde estamos situados y hacia donde queremos ir conjuntamente? ¿Tenemos una mirada común sobre como trabajar desde ya frente a la crisis alimentaria mundial, que puede ser catastrófica cuando lleguemos a los nueve mil millones de habitantes en unas décadas más? ¿Sobre el acceso al agua como potencial de conflictos a nivel global, y específicamente la situación en Latinoamérica que es una de las mayores reservas mundiales en acuíferos, humedales y hielos continentales? ¿Sobre el uso pacífico del espacio? ¿Respecto de la llamada “singularidad”, es decir, la convergencia de la info-cogno-bio-tecnología que en menos de una década permitirá ampliar la generación de inteligencia artificial en áreas de profundo impacto productivo y del conocimiento? ¿La educación en la era de la Web 3.0 -o la 17.0 que se anuncia para 20 años más- y su impacto en el currículum, por lo tanto en los programas de intercambio y cooperación universitaria, científica y técnica?

En nuestra opinión, más allá del debate coyuntural y el repertorio de temas que se abordan de cumbre en cumbre, una mirada prospectiva se ha vuelto imprescindible, y para ello un gran avance sería tomar una decisión en Madrid de realizar un ejercicio bi-regional similar al encargado en Lisboa sobre la Europa al 2020. Sería no sólo muy orientador por sus resultados, sino que el ejercicio mismo ya constituiría un aprendizaje compartido sobre la forma de abordar estratégicamente desafíos globales que son comunes.





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